hola
a todos,
me
encanta saber que seguís ahí ya que sois muchos los que me mandáis
mensajes para preguntarme cómo ando (descalzo, ya lo sabéis) y que
siga poniendo al día el blog. Este es mi propósito, pero no he
tenido línea y demás, ya sabéis, las cosillas de la vida. Pero
quiero que todos podáis seguir participando de mi aventura (o
locura)
el
día 21, dejé atrás a mis amigos en Zamora, muchas gracias Alicia y
Javier por la cena y el desayuno. Victor Sierra y un amigo me
acompañaron hasta Roales, un pueblo cercano y desde allí me
indicaron el camino y me echaron una mano para el viaje, un día con
dos desayunos no se puede ni debe desaprovechar en mis
circunstancias.
el
camino hasta Montamarta
fue burilo porque la pista era muy dura y tenía mucha gravilla, ya
sé que los que vais con botas no lo pasáis tan mal y que soy yo el
que ha prometido esto, pero no veas qué camino. Mereció la pena ya
que en el albergue tenían chimenea y el hospitalero trajo bastante
leña así que me pasé la noche avivando el fuego con un peregrino
alemán. Cuando todos se quedaron dormidos, no pude resistir la
tentación de meterme en el saco y tumbarme toda la noche junto al
fuego... hipnotizado.
al
levantarme tan relajado por la mañana no sabía lo que me esperaba
al día siguiente. Un día muy malo de viento fortísimo y lluvia
finísima, una combinación genial para calarte hasta los huesos. La
fantástica N631 es una de las peores asfaltadas que he podido
encontrar, llena de agujeros, picos, salientes... los coches sufren
pero yo no tenía ni arcén. Al llegar a Tábara no acababan las
sorpresas, albergue a 2 kilómetros, para que los peregrinos no
molestemos, supongo. Cuando llego, no hay ni una cama y vuelta al
pueblo a buscar algún sitio donde dormir, en este caso la Casa Rural
Robles que me hizo un pequeño descuento, pero al ser festivo, tuve
que comer de menú y el presupuesto se me fue de las manos, pero
estaba tan cansado...
la
mañana del 23, no amanecía muy apacible, pero tengo una meta y voy
a por ella (repito una y otra vez en mi cabeza). 38 kilómetros hasta
Rionegro del Puente y puedo decir que ha sido el peor día de
asfalto, de viento, de lluvia y de frío... lo he pasado realmente
mal. Si a todo esto le juntamos que tuve una pájara anímica, fue un
día muy, muy duro. Gritaba al viento para que no me tirara al suelo,
hablaba en voz alta para darme ánimos a llegar... un alivio fue
salir de la N631 para coger un camino menos duro. Las obras del AVE
desvían a los peregrinos, pero en algún momento se cansaron de
señalizar. Como anécdota, y en este día no podía ser positiva, me
detuve en la gasolinera de Otero de Bodas a comprar un refresco y
descansar unos minutos. No me quisieron atender y me mandaron a la
máquina de la calle, así que con la misma inercia y un poco más de
genio en mi paso seguí mi camino sin gastar un euro en ese lugar.
a
la llegada a Rionegro del Puente me encontré con una hospitalera
fantástica y atenta y pude descansar en uno de los mejores albergues
que he visitado en todos estos días, con calefacción, duchas
calientes y constantes, una maravilla.
...respirar
hondo, una ducha y a la cama. ya queda menos, Antonio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario